En este texto te explicaremos como la ansiedad, angustia y estrés se han convertido en el consumo social de cada día. A lo largo de la historia de la humanidad cada civilización establece su propio código de vínculo social.
La producción de síntomas según sea la época, revela el signo ( o la marca ) particular para cada sistema social, dejándonos ver lo que no está marchando bien en una cultura determinada.
En la era Freudiana de la época Victoriana en el siglo XVIII , los síntomas apuntaban a un deseo dominado por las prohibiciones sociales. De esta represión del deseo, devienen formaciones estructurales como la histeria con sus efectos sintomáticos tocando el cuerpo cómo mareos, las cegueras temporales, las dermatitis, etc., algo que conocemos hoy como somatización.
LO SOCIAL HOY Y LA ANSIEDAD COMO SU PRINCIPAL CARACTERÍSTICA
Para nuestra época en el siglo XXI, el síntoma está refiriendo al imperativo de goce perpetuo y sin limitación, con la producción de falsos objetos de goce cómo los gadgets, servicios, productos o estilos de vida aspiracionales que bien juegan de estimulación.
El discurso del “todo es posible” está llevando al sujeto a creer en la completud, algo así como : TODO es posible, si tienes dinero, cuerpo o ideas para pagarlo. Al final este “todo lo puedes” o “todo es posible” o a “todo tienes derecho”, genera más y más frustración y un bumerang de síntomas angustiantes. https://gg-psicologia.com/sintomas-contemporaneos/
LA FALTA DE LA FALTA
Recuerden que la castración ( o la falta ) tiene una modalidad funcional, esta puede movilizar el deseo y por tanto la pulsión de vida. De lo contrario en el rechazo de la falta, me refiero al no te puede faltar nada, como algo disfuncional puede llevarte al extremo en la carrera por el éxito o la productividad y con ello síntomas angustiantes.
¿Recuerdan estos insight publicitarios que nos hablan con tono obligatorio?, se feliz, no llores, las niñas bonitas van al cielo, las personas productivas son personas de éxito, el dinero es poder, etc.
En el hoy no hay cabida para lo contrario, es ahí en el centro del deseo perpetuo, imperante y manipulado que radica la fuerza de la ansiedad.
“[…] el inconsciente […] es algo que se realizará en lo simbólico o, más exactamente algo que gracias al progreso simbólico en análisis, habrá sido” (Lacan, 1954; 29)





